TRABAJAR CON PILAS




Las pilas nos facilitan el uso de muchos productos que utilizamos en nuestra vida diaria, pero una vez agotadas, termina su vida útil. Si las desechamos con el resto de los residuos, terminarán mezclándose con otros residuos orgánicos e inorgánicos, y de acuerdo al tratamiento que el Estado dé a estos, llegarán a basurales contaminando a la población.

Con el paso del tiempo, las pilas pierden la carcasa y su contenido esparcido puede mezclarse con agua subterránea y suelo, introduciéndose así en las cadenas alimentarias naturales, de las que todos nos nutrimos.

Una opción que buscó el hombre para las pilas, fue el de crear plantas de incineración, pero las emanaciones resultantes daban lugar a elementos tóxicos volátiles contaminando el aire, es así como esta solución también debe ser descartada.

Las pilas comenzaron a crearse en 1800 gracias a Alessandro Volta con los antecedentes científicos de Luiggi Galvani, y sin dudas fue un gran invento que siglos más tarde nos sigue facilitando los quehaceres diarios. Pero también es cierto que, como seres humanos, no nos hicimos responsables del destino de estos pequeños dispositivos una vez utilizados.

Resulta realmente valioso y útil tener un convertidor de energía química en energía eléctrica en la palma de la mano, pero también nos resulta sumamente valiosa realizar una recolección selectiva y darles un destino a las pilas.

Trabajamos con pilas porque nos preocupa qué hacer con ellas, no queremos nuestros ríos y suelos contaminados con objetos por los que, continuamente gastamos dinero para realizar acciones cotidianas.

Hoy hacemos ladrillos, estudiamos hacer adoquines, y queremos seguir buscando la solución por medio de la reutilización de pilas, para ayudar a que la educación ambiental se fortalezca generando productos útiles por medio de emprendimientos basados en la conciencia ambiental.

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